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sábado, 20 de julio de 2013

Las fiestas de Lomo Cementerio (Telde) arrancaron con el pregón de Julio César González Padrón

PREGÓN
Sean mis primeras palabras de sincero agradecimiento al Patronato de Fiestas Atacayte de este barrio de Lomo del Cementerio por haber tenido la gentileza de denominarme pregonero de sus fiestas patronales dedicadas al apóstol Santiago en su advocación de peregrino. Yo, que he sido peregrino por los mares del mundo en mi condición de marino mercante, he partido de diferentes puertos para llegar a otros en busca de mercancías y viajeros, teniendo como techo la celestial bóveda en donde mil y un destellos conformaban el manto estelar, y allí en lo alto la Vía Láctea o Camino de Santiago, marcando el rumbo hacia el naciente y la Estrella Polar o la Cruz del Sur, según en qué hemisferio me encontraba dándome la posición exacta.
¡Campo de Estrellas, Compostela! ¡El Universo y yo!
Así han pensado los miles de peregrinos que hasta esa localidad gallega han llegado a través de los últimos veinte y un siglos: el humilde agricultor, el avispado comerciante, el recio guerrero, el sapientísimo clérigo, el soberbio gobernante, todos al fin del camino postrados ante la tumba del Apóstol, aquel que cansado de predicar en la Hispania romana, marchaba con paso indeciso a otros lares donde la palabra de Jesús fuera oída de mejor gana…pero allí, a orillas del Ebro, sobre un pilar de mármol una Señora le llama junto a sí. Es La Siempre Virgen, La Sin Mancha, La Madre Amantísima, La Escalera que lleva al Cielo, Bella como la Torre de Marfil… la misma que Santiago había conocido en las tierras de Nazaret, Betania y en las aguas del Tiberiades, la misma que Llena de Gracia, recibió con él y los otros discípulos al Espíritu Santo en Pentecostés. Aquella Madre que en Éfeso vivió con Juan el Evangelista, hasta que Asunta a los Cielos en Cuerpo y Alma, vio cumplirse las promesas de su único hijo.
La Virgen del Pilar le dice a Santiago que vuelva sobre sus pasos que se quede definitivamente en Hispania, que el Todopoderoso tiene grandes hazañas para sus gentes y que gracias a su predicación el Mundo entero conocerá la Buena Nueva del Cristo Resucitado.
La Virgen del Pilar, la misma a la que los aragoneses hicieron Capitana de sus tropas, ya que la Virgen se negaba a ser francesa.
Santiago el que se presenta sobre caballo blanco en la célebre Batalla de Clavijo, en donde los castellanos acuñaron su grito de guerra y reconquista: ¡Santiago y cierra España!
El mismo Santiago que en su versión de eterno peregrino realizó en eucalipto rojo la gubia magistral del escultor galdense Borges Linares.
Allí en su casa de San Isidro, junto a la guanartemata Ciudad, un hombre sencillo, de aspecto bonachón, cuerpo voluminoso y manos grandes y fuertes, durante meses fue quitando sobrantes a la madera hasta ver surgir, como por encanto, una figura masculina que representaba a uno de los hermanos pescadores.
Traída desde el norte de la isla de la Gran Canaria hasta la también guanartemata Ciudad de Telde, en 1989 fue recibida entre vítores y jaranga por los vecinos de este pago de Lomo del Cementerio, y se mostro  por primera vez en procesión al año siguiente, hace ahora 23 años,  y desde entonces lo veneran como su Santo Patrón.
El mismo Lomo del Cementerio, que antes de 1905 se denominaba popularmente Lomo de La Rocha, alusión a la cercanía del barranco del mismo nombre que corría de vez en cuando por su lado norte.
Mis tíos abuelos me contaron, no pocas veces, que un día estando todos en la iglesia de San Gregorio Taumaturgo en Los Llanos, oyeron y sintieron un gran estruendo, que hizo temblar a casas, enseres y personas. Todos corrieron despavoridos de aquí para allá, preguntándose que había sido todo aquello, hasta que un vecino de el Ejido, gritando llegó al mercado dominical de la Plaza de la Iglesia “la tierra se rajó y unos grandes chorros de agua clara brotan por todos sitios en el Barranco de la Rocha”. Así recibieron los teldenses la noticia de que tras un pequeño terremoto o movimiento sísmico había tenido lugar el nacimiento de “Los Chorros de La Rocha” y con ellos un peregrinaje de teldenses y foráneos que hasta allí llegaban para pasar la tarde entre buenas meriendas, guitarras y timplillos. Mientras los Chorros vertieron sus aguas, cada tarde era una fiesta, así lo atestigua una célebre fotografía en la que se ve, entre otros, al famoso y siempre recordado poeta y dramaturgo Montiano Placeres Torón, quien no se resistió a visitar un lugar tan bello como paradisiaco.
Muchos años más tarde, los aficionados a balón pie o fútbol, reclamaron del Muy Ilustre Ayuntamiento un recinto para jugar, ya que la recién terminada Plaza de Arauz, más tarde León y Joven, y hoy Parque Franchy Roca, ya no se podía utilizar por los dos equipos oficiales: el Felipe II de San Juan y el Carlos I de Los Llanos. Así surgió el primer estadio o campo de fútbol municipal que llamaron “El Paredón”, donde no solo se jugó al fútbol, sino también se utilizó como terreno de lucha canaria y hasta como campo de tiro al plato.
Pero, llegados a este punto, tenemos que volver hacia atrás, concretamente al año 1905, y al día de difuntos, cuando los curas de la parroquia de San Gregorio Taumaturgo, revestidos con todas sus galas de plata y oro, presididos por el Obispo de la Diócesis, y todos ellos tras la Cruz Procesional, avanzan por la calle María Encarnación Navarro, y tras dejar atrás el Parque y la Barranquera se enfilan por la carretera del sur, Telde- El Ingenio, hasta este lugar. El sahumerio, repartido a diestro y siniestro, las campanas doblando a difunto y después a gloria, son preámbulos de la bendición pastoral e inauguración oficial del nuevo camposanto o cementerio de San Gregorio Taumaturgo, atrás quedan casi cinco años desde que se comenzaran las obras alimentadas con el dinero de los ricos propietarios y comerciantes, y trabajadas de sol a sol cada domingo por la feligresía menos pudiente.
¡Por fin Los Llanos tenían cementerio! Ya no hacía falta ir más a Telde, así se llamaba a San Juan. Los llanenses o llaneros se habían salido con la suya, como casi siempre, primero fue construir una iglesia neoclásica en sustitución de la vieja y destartalada ermita, después elevarla a rango de parroquia y ahora el cementerio. Ya en 1925, por pedir, se pidió hasta un municipio aparte, pues Los Llanos tenían el triple de población que Telde y toda su industria y comercio radicaba en el barrio de arriba, como de forma despectiva los llamaban los “sanjuaneros”.
En los años cincuenta, del pasado siglo XX, un prohombre de la ciudad, para más señas comerciante de Los Llanos, que ejercía sus funciones de Concejal, pidió en un pleno que se mejorasen las fachadas de ambos cementerios municipales, colocando sobre sus tapiales una “almenas”. Y con estupefacción tuvo que oír del Señor Alcalde: “Sr. Secretario, deje constancia en el acta del Pleno de hoy, que a petición del Sr. González Pérez, Don Luis, se aprueba por unanimidad, colocar las “almejas” en lo alto de los muros del cementerio. El primer edil había trocado la palabra “almena” por “almeja”, lo que permitió al resto del consistorio y al resto del público asistente a soltar unas burlescas carcajadas que su ignorancia no hicieron sonrojar al Sr. Alcalde, que por el contario se sintió alagado; por lo que, pensó era un aplauso unánime a tan extraordinaria idea.  ¡Y es que la ignorancia antecede a la soberbia!
Capítulo aparte merece el que yo les pueda  contar aquí  de una  la anécdota que me ocurrió dentro de Camposanto: cuando solo tenía 13 años y en compañía de  mi amigo Pablo Luis  Florido, visitamos el lugar con la intención de separar los restos de su querida y difunta progenitora que yacían en un nicho compartido con un tío suyo. Era nuestra intención, una vez separados llevarlos al nicho donde reposaban los restos de su padre. Aquella labor de separar huesos se alargó tanto en el tiempo que la tarde noche, se nos echó literalmente encima, tanto, que el encargado del cementerio sin percatarse que todavía quedaban “vivos” dentro, cerró con un gran candado y por fuera la puerta principal. Para sorpresa nuestra al llegar a ella comprobamos que no sólo estaba cerrada, sino que al estar el tremendo candado por fuera, resultaba infructuoso cualquier intento de abrirla. Con el miedo propio en el cuerpo de dos adolecentes que les imponía el lugar, en una noche oscura y sin luna, nos vimos obligado a adentramos de nuevo en el camposanto e intentar saltar la tapia agarrándonos con fuerza de las famosas “almejas” que tan acertadamente el concejal  Don Luís González Pérez había mandado a colocar años atrás.  Pablo, hoy doctor en biología marina y licenciado en veterinaria , amén de catedrático de Instituto,  como saben los que lo conocen, le falta la mano izquierda, así, que me tocó  doble trabajo; mientras yo me sujetaba con la derecha a la “almeja”, con la otra “tiraba” de Pablo. Fue tal el impuso que le di, que encima de la tapia perdí el equilibrio y por  poco no doy con mis huesos , nunca mejor dicho, al interior de la fosa común colindante, en donde se arrojaban los cuerpos de las sepulturas de alquiler. Solo recuerdo que una calavera de mujer con algo de pelo cano, me miraba fijamente y para mí que me estaba “echando los tejes” para que me quedara con ella. Pensé: “No señora, por esta vez, pienso que el cielo puede esperar”….. Saltamos la tapia y “patas pá qué te quiero”. No volví al cementerio hasta el día de los difuntos, eso sí, llevé una ramo de flores que deposité en la fosa común para mi amante imposible.
No podemos obviar las donaciones efectuadas por algunos hijos de Los Llanos y especialmente por D. José López Suárez, quien dio a la parroquia, tierras y aguas que sirvieron para mucho. Así se pudo mantener la famosa y ya legendaria guardería infantil, y de esa manera también se acrecentó por dos veces el cementerio, que hoy es el mayor de la Ciudad. Ahí, muy cerca, descansan los restos mortales de paisanos, amigos y familiares, por eso este terruño es tan querido por miles de familias teldenses que hasta aquí peregrinamos todos los días del año para honrar a aquellos que nos acompañaron en la vida y que según nuestra fe creemos a pie juntillas que nos siguen acompañando.
foto : GHCT-noticias.com

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