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domingo, 7 de julio de 2013

DE PROFESIÓN, ALCALDE

Ayer anunció, en una rueda de prensa convocada con urgencia, que presentará su dimisión como concejal el próximo lunes. Sic transit gloria mundi.

Diego Talavera (L.P.): Aureliano Francisco Santiago Castellano (en adelante Paco Santiago) ha sido condenado a siete años de inhabilitación especial para empleo o cargo público por la magistrada juez del Juzgado de lo Penal número 6 de Las Palmas de Gran Canaria en una sentencia impecable en la forma y en el fondo.

Paradójicamente, es condenado por una decisión en la que intentó hacer un bien a la sociedad; pero un alcalde, que es el representante del Estado de Derecho en el municipio, no puede saltarse a la torera las leyes y prevaricar por muy buena intención que tenga. Ya había pasado a la historia por ser el primer ciudadano de este país en haber puesto en su DNI "Profesión: alcalde". Ahora vuelve a ser historia por haber sido el primer político de Telde que es condenado por un acto cometido durante su etapa como alcalde.
Paco Santiago nació el 4 de julio de 1948 en Fuente Bermeja (Santa María de Guía) en el seno de una familia de agricultores. Llegó a Telde de niño y dicen los que lo conocieron entonces que era introvertido, altanero y empecinado en ganarse la vida muy pronto. Comenzó trabajando en la tierra, actividad que le hizo testarudo; más tarde hizo ceretos (cajas de madera) en un almacén de empaquetados de tomates, en donde aprendió a moverse con agilidad; y ya con 15 años se dedicó a distribuir el pan casa por casa, donde se hizo experto en relaciones públicas.
Su último trabajo conocido fue en un bazar, denominado El Roque, donde vendía repuestos de automóviles. Aquí se aficionó a los rallys de coches y como copiloto aprendió a ser astuto, cualidad de la que años después se benefició en los vericuetos de la política. Compaginó sus trabajos con el aprendizaje nocturno de las cuatro reglas, escribir al dictado y leer de corrido, que constituyó todo su bagaje académico. Nunca pensó su maestro, el entrañable don Francisco, que años después su aventajado pupilo llegaría a presidir el Consejo Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. El surrealismo insular da para esto y para mucho más.
Nadie recuerda en los años oscuros de la dictadura franquista que Paco Santiago mostrase el más mínimo interés por la actividad política. Eran tiempos difíciles y "meterse en política" podría ocasionar serios disgustos. Los que lo hacían, que se podían contar con los dedos de las manos, corrían el peligro de acabar entre las rejas de una cárcel y sufrir algunos guantazos. En 1977, cuando ya era una certeza que Franco no iba a resucitar en su mausoleo del Valle de los Caídos, participa en la creación de una cosa llamada Federación de Asociaciones Autónomas de Barrios, que más tarde se legaliza con el interminable nombre de Federación Provincial Autogestionaria de Asociaciones de Barrios de Las Palmas, más propio de la Rumanía de Ceaucescu que de la España de la transición.
Año 1979. Primeras elecciones democráticas. El nombre de Paco Santiago aparece encabezando la candidatura de Asamblea de Vecinos de Telde sin que nadie logre explicar hasta el día de hoy el origen de tal artimaña. Aquella candidatura, que no se sabía si era de derechas, de izquierdas o del más allá (algunos afirman que se gestó en una sacristía), constituyó una sorpresa al final de la jornada electoral: obtuvo ocho concejales. No llegó a la mayoría, pero con los cinco votos obtenidos por la izquierda (tres del PCE y dos del PSOE) se podía gobernar.
Esa noche electoral, Paco Santiago sufrió un ataque de pánico cuando Juan Rodríguez Betancor, líder de la candidatura comunista, le dijo a tenor de los resultados que se preparara para ser alcalde. "¿Yo alcalde, por qué yo? Mejor es que seas tú...", dicen que exclamó descompuesto. Pero pronto aprendió de Maquiavelo sin haber leído en su vida El príncipe ni ningún otro manual político, porque apenas un mes después, cuando se constituyeron las corporaciones, le negó al propio Rodríguez Betancor la primera tenencia de alcaldía. La abstención de los tres concejales comunistas hubiera bastado para que sufriera las mieles de la deslealtad, pero después de los años de oscurantismo franquista (la lista de UCD que rozó la mayoría la encabezaba el último jefe local del Movimiento, Alejandro Castro Jiménez), el electorado no lo habría entendido. Por eso fue alcalde de Telde en 1979 y no por sus méritos.
Dicen que el primer día que ocupó su despacho de la Alcaldía puso los pies sobre la mesa (el mismo gesto que hizo Aznar con George W. Bush en Canadá), se fijó en los laureles de la plaza de San Juan que se filtraban por un ventanal y lanzó un suspiro gozoso: "He llegado y pienso quedarme". Y por supuesto que se quedó.
En las siguientes elecciones, en 1983, Asamblea de Vecinos aumenta sus votos y concejales, aunque tiene que volver a pactar con la izquierda. Pero ya es diferente y como buen farruco comienza una labor de captación entre los concejales de UCD, un partido en descomposición. Ya depende menos de comunistas y socialistas, a los que machaca y humilla. Pero engolfado en el autoritarismo y la arbitrariedad, Paco Santiago sufre el primer revés electoral y pierde sorprendentemente la alcaldía en los siguientes comicios locales.
Hartos de ninguneos, zancadillas y desprecios, comunistas (ahora como Izquierda Canaria Unida) y PSOE nuclearon en 1987 una alternativa que contó con el concurso de Alianza Popular (ahora PP) y el CDS, y que fue bautizada por sus inspiradores como Pacto de Avance Democrático. Tanto sufrió Paco Santiago con aquella derrota (dicen que se pasaba días enteros meditando en las Dunas de Maspalomas), que juró ante sus compañeros de la Asamblea Canaria Nacionalista-INC que no volvería a pasar por el amargo trance de la oposición.
En 1991, ACN-INC consigue nueve concejales y pacta con los seis obtenidos por ICU. Comienzan los años dorados de Paco Santiago y lo primero que hace es sacrificar a los dirigentes comunistas que tantos quebraderos de cabeza les había provocado en el pasado. "Ahora van a saber quién soy", dijo. Y lo cumplió. En pleno sarampión nacionalista, ya bajo las siglas de Coalición Canaria, obtiene mayorías absolutas en las elecciones de 1995 y 1999. Su figura se agranda a nivel regional porque los votos que Telde aporta al proyecto de CC tienen un gran valor estratégico. Su influencia en el Cabildo de Gran Canaria es manifiesta y la ciudad recibe generosas inyecciones presupuestarias que a veces se invierten en proyectos faraónicos e innecesarios, como el paralizado de por vida Palacio de las Artes y la Cultura (otra vez la influencia rumana), o en 
monumentos estrafalarios a la escudilla, al drago o al juego del palo.
Este apogeo de Paco Santiago coincide con un cambio en su personalidad. El alcalde, sumido ahora en su torre de marfil, es cada vez más inaccesible y comienza a desconfiar de todo y de todos. No duda en guillotinar a cualquiera que sobresaliera en su partido o en su gobierno por inteligencia o brillantez. Su desconfianza llegó al paroxismo cuando repitió los mismos nombres de los quince primeros puestos de su candidatura en las elecciones de 2003. Ni un resquicio para la renovación, ni una hendidura para que se cuele un desconocido. Y perdió. Otros cuatro años en la oposición, dos de ellos en el despacho remunerado del Consejo Social de la ULPGC.
Pero sucedió el milagro. Cuando estaba a punto de tirar la toalla, llegó la conocida operación policial Faycán y la dimisión como alcalde de Francisco Valido y el resto de concejales implicados en presuntas corrupciones. Vio la luz. Repite candidatura en 2007 prometiendo seis piscinas (que nunca se hicieron) y afirmando que iba a ser la última vez en presentarse. Y volvió a ser alcalde, esta vez con el apoyo de los cinco concejales socialistas que a la postre se convertirían en convidados de piedra.
Pero cuatro años después, en 2011, volvió a perder la alcaldía y culpó del desastre a sus compañeros de pacto: "Las reformas de Zapatero han tenido la culpa", dijo sin inmutarse ante la perplejidad de sus socios de pacto. Intentó convencer a los dos concejales de CC para que le votaran, pero esta vez los cantos de sirenas no sirvieron. El joven Pablo Rodríguez Valido ya tenía la lección aprendida: "Contigo, ni a misa". Y volvió a la oposición.
Nueve veces se ha presentado como candidato a la Alcaldía de Telde por su formación, aunque ésta ha cambiado de siglas según las circunstancias. Lleva 34 años en el Ayuntamiento, 24 de ellos como alcalde. Se había empeñado en no tener más sucesor que él mismo, pero hace unos meses que dio un paso al lado, quizás intuyendo el resultado de la ejemplar sentencia que lo inhabilita como cargo público. Ayer anunció, en una rueda de prensa convocada con urgencia, que presentará su dimisión como concejal el próximo lunes. Sic transit gloria mundi.
Articulo de: Diego Talavera, publicado en LP
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