lunes, 13 de mayo de 2013

¿DESDE CUÁNDO USAMOS? EL CARPACCIO.


AUTORA : MARÍA SANCHEZ

Por mucho que nuestro médico nos aconseje una dieta variada y equilibrada rica en verduras, pescado a la plancha, y un poco de fruta siempre caemos en la tentación de hincarle el diente a una sabrosa hamburguesa con su grasa, sus papas fritas y cuanta guarnición se le añada. Si la hamburguesa no es una de nuestra “comida-basura” favorita ahí está el tentador, perrito caliente,  bañado en una salsa llamada de tómate o ketchup acompañado de su inseparable amiga, la mostaza.

No debemos pasar por alto la carta, amplia y variada, de las pizzas. Hay para todos los gustos y diferentes tamaños Todo ello regado con un interminable vaso, que más parece un balde, del archiconocido refresco de cola.
Para terminar el festín nos metemos, entre pecho y espalda, un helado con mucho caramelo líquido.
Reconozco que toda esta comida nada tiene de saludable para nuestro organismo, sobre todo cuando se trata de niños, a los que esta comida les vuelve locos.
Aún con todos estos inconvenientes en su contra, esta es una comida muy socorrida para los tiempos que vivimos.

Nuestra vida está pendiente de un reloj, tal y como le ocurría a el conejo del cuento de Alicia en el país de las maravillas. En las veinte y cuatro horas que tiene el día queremos hacer todo; trabajo, casa, comida, reunión con los amigos. Y, por si todo esto fuera poco, queremos conectarnos un ratito al ordenador, la tablet, o el smartphone. Para rizar el rizo la semana se va por entre los dedos, como el agua, cuando aún no hemos digerido la llegada del lunes, ya tenemos al sábado tocando a nuestra puerta.

Sobre lo rápido que transcurre nuestra vida, me pongo a cavilar y pienso en aquellos años en los que los días se hacían eternos, las horas no pasaban nunca y nos daba tiempo para casi todo. Hoy, por el contrario y, a pesar de los adelantos que nos hacen el trabajo más fácil, nos falta tiempo y nos sobra trabajo.

Es casi seguro que de existir el tan socorrido microondas, que se inventó en 1946, hoy no conoceríamos el Carpaccio.
Se cuenta que, por los años 30, el entonces propietario del famoso restaurante veneciano (Harry´s Bar) creó este suculento plato a consecuencia de  una noche  con mucha clientela.
El señor Cipriani se encontró con que la carne fresca se había agotado y se vio obligado a  usar la que guardaba congelada. La cortó en lonchas muy finas, la aliñó cruda, con; vinagre, mostaza, mayonesa, pimienta blanca y limón aligerado todo con caldo de pollo.
Cuando le preguntaron por el nombre de tan delicioso manjar, recordó los rostros sonrosados de su pintor favorito, Vittore Carpaccio y con este nombre lo conocemos hasta el día de hoy.

Otra versión nos habla de que el origen de este plato, nació como resultado del error  de un médico, que aconsejó a una de sus pacientes comer carne cruda, por carne roja, por el déficit de hierro que la señora padecía. El señor Cipriani preparó para su clienta la carne tal y como relato anteriormente.





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